Entrevista realizada para el Día de Córdoba el 8 de enero de 2009
Me enteré porque alguien me envió la convocatoria por correo electrónico. Al leer las bases me pareció que cumplía el perfil para este premio y sobre todo porque el jurado me pareció competente y las exigencias del concurso eran serias.
La imagen ganadora fue tomada en septiembre de 2008 en el transcurso de un viaje a Berlín. El monumento al Holocausto me impresionó por su severidad y sencillez y por ese grito de fondo que circula sin descanso a través del inmenso laberinto de bloques de cemento.
Nada tengo en contra del proceso digital, es fruto de los tiempos y del mercado, incluso creo que es más ecológico que el proceso químico…, pero son muchos los años trabajando con un método y eso es dificil de cambiar de repente. También, el utilizar película de haluros de plata y revelarla forma parte de una liturgia especial, insustituíble diría yo, y en la que aún puedes sentir la emoción contenida al sacar el rollo del tanque de revelado y mirarlo, húmedo, al trasluz. Eso, la fotografía digital jamás lo podrá conseguir.
Habitualmente uso una Leica M7 con un único objetivo de 50 mm. La Leica M es más que una cámara, es un objeto de culto y en mi caso me encuentro muy cómodo con su ergonomía y su silencioso obturador. Además no llama la atención y a mi me gusta pasar desapercibido cuando tomo fotografías.
Yo le llamo, a mi forma de tomar imágenes, fotografía literaria o de evocación. También podría ser, como dice el poeta Adolfo Montejo, un nuevo género fotográfico: el del autorreportaje.
En general creo que hablar de uno mismo es sin duda una perversión. Por eso algunos fotógrafos, como los poetas, utilizamos la metáfora para expresarnos de forma más discreta, sin ruido que nos pueda delatar -ya he comentado que fotografío con una Leica M, y su “clic” casi imperceptible -. Nuestra gran metáfora consiste en traducir, a través de una imagen robada al destino, la inquietud de un momento de realidad que corresponde a otros momentos vividos o soñados. El resultado es tan íntimo que, a veces, dificulta la comprensión del espectador. Como en la poesía.
Neruda hablaba con un cartero, empeñado en hacer metáforas, sin advertirle sobre los peligros de la incomprensión. Ya sabemos como acabó el pobre cartero. Por eso los fotógrafos – algunos fotógrafos – , como los poetas, estamos destinados a morir un poco cada vez que utilizamos una metáfora. Cada vez que tomamos una fotografía – “tomar” es un verbo delicado, fotográfico -.
Por tanto no hay prioridades temáticas, porque el tema es el autor mismo y sus inquietudes, sus anhelos, sus frustaciones, que quedan, o se intenta que queden, reflejadas en una fotografía.
Teniendo en cuenta que “a priori” no existe una temática concreta, como quedó dicho, la evolución sufrida por el propio autor a través del tiempo y sus vivencias existenciales, serían los parámetros que marcasen el carácter en el progreso de su obra fotográfica.
Si estamos hablando de expresar de una manera sensible la visión del mundo, yo no utilizaría en ningún caso el término profesional.
En la familia había una cámara Kodak de cajón y siempre me pareció cosa de magia eso de apretar el disparador y que algo quedara ahí dentro para siempre.
Es cierto que algo que nos gusta especialmente a los fotógrafos es viajar. A los escritores creo que también. Lo cierto es que la fotografía comenzó a crecer con los viajes, a mediados del siglo XIX, aunque en aquellos momentos los verdaderos protagonistas eran los monumentos y paisajes lejanos que los viajeros fotógrafos traían. No la fotografía.
A partir de la segunda década del siglo XX, y con la notable influencia de Robert Frank y Jack Kerouac, algunos fotógrafos, como algunos escritores y poetas, comenzaron a viajar para reconocerse. La mirada fue hacia el interior, hacia los entresijos del alma de cada uno. Entonces, el documentalismo social se transformó en documentalismo privado y el reportaje gráfico al uso, en autorreportaje. Las imágenes así obtenidas lograron una identidad propia, como tales, e independiente del lugar donde fueron tomadas. Los viajeros fotógrafos pasaron a ser fotógrafos viajeros.
Viajar se convirtió en una experiencia existencial y la fotografía en paradigma visual de la biografía de su autor.
El viaje es otra metáfora, en este caso de la vida misma, y el fotógrafo, como testigo viajero, dispone con sus imágenes una geografía de las emociones, de los sentimientos y del recuerdo.
Me gustaría retratarme fielmente, pero me da cierto miedo.
Sigo con mi proyecto de la “Ronda de las Ciudades” y otros que son un poco secretos y que desvelaré en su momento.
María López Bayo
El Día de Córdoba
“Berlín, 2008”. Manuel Sonseca
- Para empezar, una pregunta de trámite: ¿Cómo se enteró de la existencia del Premio Pilar Citoler y por qué decidió presentar su trabajo?
Me enteré porque alguien me envió la convocatoria por correo electrónico. Al leer las bases me pareció que cumplía el perfil para este premio y sobre todo porque el jurado me pareció competente y las exigencias del concurso eran serias.
- Hábleme de la fotografía ganadora, “Berlín, 2008”. ¿En qué momento se hizo y por qué? ¿Encierra alguna historia, algún contenido?
La imagen ganadora fue tomada en septiembre de 2008 en el transcurso de un viaje a Berlín. El monumento al Holocausto me impresionó por su severidad y sencillez y por ese grito de fondo que circula sin descanso a través del inmenso laberinto de bloques de cemento.
- El Jurado del premio destacó en su fallo su “trayectoria analógica en blanco y negro dentro de la época de cambios vertiginosos de la era digital”. ¿Es usted defensor acérrimo de la fotografía analógica? ¿Por qué?
Nada tengo en contra del proceso digital, es fruto de los tiempos y del mercado, incluso creo que es más ecológico que el proceso químico…, pero son muchos los años trabajando con un método y eso es dificil de cambiar de repente. También, el utilizar película de haluros de plata y revelarla forma parte de una liturgia especial, insustituíble diría yo, y en la que aún puedes sentir la emoción contenida al sacar el rollo del tanque de revelado y mirarlo, húmedo, al trasluz. Eso, la fotografía digital jamás lo podrá conseguir.
- ¿Cuál es la cámara que usa habitualmente? ¿Por qué le gusta?
Habitualmente uso una Leica M7 con un único objetivo de 50 mm. La Leica M es más que una cámara, es un objeto de culto y en mi caso me encuentro muy cómodo con su ergonomía y su silencioso obturador. Además no llama la atención y a mi me gusta pasar desapercibido cuando tomo fotografías.
- ¿Qué tiene que interponerse al objetivo de su cámara para que le merezca la pena disparar? Paisajes, retratos, ciudades…
Yo le llamo, a mi forma de tomar imágenes, fotografía literaria o de evocación. También podría ser, como dice el poeta Adolfo Montejo, un nuevo género fotográfico: el del autorreportaje.
En general creo que hablar de uno mismo es sin duda una perversión. Por eso algunos fotógrafos, como los poetas, utilizamos la metáfora para expresarnos de forma más discreta, sin ruido que nos pueda delatar -ya he comentado que fotografío con una Leica M, y su “clic” casi imperceptible -. Nuestra gran metáfora consiste en traducir, a través de una imagen robada al destino, la inquietud de un momento de realidad que corresponde a otros momentos vividos o soñados. El resultado es tan íntimo que, a veces, dificulta la comprensión del espectador. Como en la poesía.
Neruda hablaba con un cartero, empeñado en hacer metáforas, sin advertirle sobre los peligros de la incomprensión. Ya sabemos como acabó el pobre cartero. Por eso los fotógrafos – algunos fotógrafos – , como los poetas, estamos destinados a morir un poco cada vez que utilizamos una metáfora. Cada vez que tomamos una fotografía – “tomar” es un verbo delicado, fotográfico -.
Por tanto no hay prioridades temáticas, porque el tema es el autor mismo y sus inquietudes, sus anhelos, sus frustaciones, que quedan, o se intenta que queden, reflejadas en una fotografía.
- En referencia a la pregunta anterior, a la temática de sus trabajos, supongo que a lo largo de su trayectoria también habrá sufrido una evolución profesional. ¿Hacia dónde le lleva?
Teniendo en cuenta que “a priori” no existe una temática concreta, como quedó dicho, la evolución sufrida por el propio autor a través del tiempo y sus vivencias existenciales, serían los parámetros que marcasen el carácter en el progreso de su obra fotográfica.
Si estamos hablando de expresar de una manera sensible la visión del mundo, yo no utilizaría en ningún caso el término profesional.
- ¿Quién le enseñó a hacer fotografías y por qué le atrajo este mundo?
En la familia había una cámara Kodak de cajón y siempre me pareció cosa de magia eso de apretar el disparador y que algo quedara ahí dentro para siempre.
- En su currículum queda claro que trabajar y exponer en países muy diferentes está entre sus preferencias. ¿Son los viajes imprescindibles en la carrera de un fotógrafo? ¿Qué ha podido aprender de estas salidas?
Es cierto que algo que nos gusta especialmente a los fotógrafos es viajar. A los escritores creo que también. Lo cierto es que la fotografía comenzó a crecer con los viajes, a mediados del siglo XIX, aunque en aquellos momentos los verdaderos protagonistas eran los monumentos y paisajes lejanos que los viajeros fotógrafos traían. No la fotografía.
A partir de la segunda década del siglo XX, y con la notable influencia de Robert Frank y Jack Kerouac, algunos fotógrafos, como algunos escritores y poetas, comenzaron a viajar para reconocerse. La mirada fue hacia el interior, hacia los entresijos del alma de cada uno. Entonces, el documentalismo social se transformó en documentalismo privado y el reportaje gráfico al uso, en autorreportaje. Las imágenes así obtenidas lograron una identidad propia, como tales, e independiente del lugar donde fueron tomadas. Los viajeros fotógrafos pasaron a ser fotógrafos viajeros.
Viajar se convirtió en una experiencia existencial y la fotografía en paradigma visual de la biografía de su autor.
El viaje es otra metáfora, en este caso de la vida misma, y el fotógrafo, como testigo viajero, dispone con sus imágenes una geografía de las emociones, de los sentimientos y del recuerdo.
- ¿Qué le gustaría fotografiar que aún no haya podido?
Me gustaría retratarme fielmente, pero me da cierto miedo.
- ¿Qué proyecto tiene entre manos?
Sigo con mi proyecto de la “Ronda de las Ciudades” y otros que son un poco secretos y que desvelaré en su momento.
- ¿Qué opinión le merece la celebración de actividades a gran escala como es el caso de PhotoEspaña?
María López Bayo
El Día de Córdoba
1 comentario:
Interesante, informativa y "poética" entrevista.
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